Apenas tiene el tamaño de una moneda de cinco céntimos pero puede controlar todo un municipio de 30.000 habitantes. Es el denominado nodo de red, la base de un sistema informático que toma decisiones como, por ejemplo, activar el riego de jardines, regular la luz de las farolas o avisar a la policía en caso de detectarse un accidente de tráfico. El sistema se pondrá en marcha el mes de mayo en Sant Vicenç dels Horts (Barcelona) gracias a un proyecto en el que participan la Universidad Politécnica de Catalunya (UPC), la Fundación i2Cat y el propio Ayuntamiento.
Basado en la misma tecnología de los denominados edificios inteligentes, "el proyecto busca gestionar mejor los recursos humanos y materiales de toda una ciudad", explica la alcaldesa del municipio, Amparo Piqueras, que se felicita de acoger este proyecto pionero.
Las primeras aplicaciones se percibirán ya a la entrada de la ciudad. A las ocho de la mañana, la rotonda que regula el tráfico a la salida de la autopista A2 no da abasto para aligerar las colas de vehículos. "En este punto se instalarán unos sensores que contabilizarán el número de coches y que permitirán estudiar futuras soluciones", concreta uno de los ingenieros del proyecto.
Después de varios meses, el sistema ya tendrá asimilado un patrón de paso de vehículos (horas punta, horas valle, etc.) y, en caso de modificación anómala en la frecuencia de coches, la policía podrá desplazarse a la zona para comprobar si existe algún accidente.
Adentrados ya en el casco urbano, el parque de la Foneria (10.000 metros cuadrados de zona verde), también podrá beneficiarse de este proyecto. Una de las aplicaciones permitirá regar los jardines en función de sensores que controlen la humedad y la temperatura, suministrando el agua estrictamente necesaria.
Trabajo de hormigas
Otra de las zonas que alojarán este tipo de tecnología serán los contenedores de recogida selectiva. A partir de ahora, con sensores de ultrasonidos (similares a los que tienen los murciélagos para medir distancias) podrán planificarse las rutas de recogida sabiendo qué contenedores están al borde de su capacidad.
Este sistema no exige obras de gran calado para su instalación. Según explican los técnicos, "los nodos se comunican entre ellos como las hormigas; sólo hace falta instalarlos en una distancia máxima de unos cien metros, sin necesidad de cableado".
La red de nodos se podrá consultar a través de una plataforma web de acceso público en la que estará registrada sobre mapas de la ciudad toda la información recogida por la red de sensores en tiempo real, junto con los históricos. "Esto permitirá a la administración mejorar aún más servicios, como por ejemplo el transporte público. Los sensores recogerán por dónde pasa el autobús de línea y a qué hora exactamente", explica Amparo Piqueras, la alcaldesa.Los ciudadanos permanecen, de momento, ajenos al nuevo vecino que ya empieza a instalarse en las calles del municipio. "Si va a servir para saber a qué hora llega el autobús, bienvenido sea", dice Pedro Gómez.
De hecho, el objetivo es lograr que la informática pase prácticamente inadvertida y se integre en el entorno de la persona sin que los ordenadores se perciban como objetos diferenciados.
Al salir de la ciudad, una agente de la Guardia Urbana (placa 087) regula el tráfico en la rotonda del centro educativo La Vinyala. Entre sus tareas, también está la de dialogar con el ciudadano. "Hazle caso a mamá", aconseja la policía a uno de los pequeños que cruza corriendo el paso de cebra, desatendiendo al adulto. La agente todavía no sabe que muy pronto tendrá un compañero a la entrada del pueblo, un agente-robot que, a pesar de todo, nunca podrá igualar en el trato humano a los funcionarios de carne y hueso.
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