Los insectos pueden hacer muchas cosas que no pueden hacer los humanos, señalan los creadores de la primera cucaracha robótica de la historia. Por ejemplo, son capaces de llegar a lugares recónditos, entre los restos de un terremoto, y encontrar supervivientes. También pueden esconderse debajo de las puertas para realizar labores de espionaje sin que nadie se dé cuenta.
Para todo esto deben convertirse primero en insectos teledirigidos o bio- robots, un logro alcanzado en la Universidad de Tokio, donde un equipo de investigadores, liderados por el profesor Isao Shimoyana, ha implantado quirúrgicamente una mochila micro-robótica a una cucaracha, lo que permite dirigir por control remoto sus movimientos.
Los insectos teledirigidos electrónicamente podrían portar en esa mochila micro-robótica mini cámaras u otros artilugios de captación de información y se convertirían en mini robots muy útiles para determinadas funciones, según informa la revista on-line InterCorr.
Las posibilidades son enormes, según se deduce de la cantidad de dinero que el Gobierno japonés ha otorgado al proyecto: nada menos que 4,15 millones de euros, destinados al equipo de creación y fabricación del bio-robot, así como a los biólogos de la Universidad de Tsukuba, un centro líder en investigación situado en el centro de Japón.
Varios cientos de cucarachas guardadas en recipientes de plástico aguardan para convertirse en auténticos cyborgs. Se trata de cucarachas de la especie Periplaneta americana, que es más grande y fuerte que las cucarachas de otras especies. De esos cientos de bichos, los investigadores seleccionan unos cuantos para equiparlos con mochilas altamente tecnológicas, formadas por microprocesadores y conjuntos de electrodos.
Antes de instalarles quirúrgicamente las mochilas a los insectos, los científicos los gasean con dióxido de carbono para adormecerlos. Se les quitan las antenas y las alas, y en el lugar donde antes estaban las antenas se les colocan electrodos.
Las posibilidades son enormes, según se deduce de la cantidad de dinero que el Gobierno japonés ha otorgado al proyecto: nada menos que 4,15 millones de euros, destinados al equipo de creación y fabricación del bio-robot, así como a los biólogos de la Universidad de Tsukuba, un centro líder en investigación situado en el centro de Japón.
Varios cientos de cucarachas guardadas en recipientes de plástico aguardan para convertirse en auténticos cyborgs. Se trata de cucarachas de la especie Periplaneta americana, que es más grande y fuerte que las cucarachas de otras especies. De esos cientos de bichos, los investigadores seleccionan unos cuantos para equiparlos con mochilas altamente tecnológicas, formadas por microprocesadores y conjuntos de electrodos.
Antes de instalarles quirúrgicamente las mochilas a los insectos, los científicos los gasean con dióxido de carbono para adormecerlos. Se les quitan las antenas y las alas, y en el lugar donde antes estaban las antenas se les colocan electrodos.
Después, con un equipo de control remoto, los investigadores envían señales hacia las mochilas. Estas señales estimulan los electrodos instalados en donde antes se encontraban las antenas de las cucarachas. Los impulsos que reciben hacen que los insectos giren a la izquierda, a la derecha, corran hacia delante o salten hacia atrás, según se les indique.
La idea de introducir esta mochila en cucarachas fue anunciada en 2002, momento en que las investigaciones se iniciaron a la búsqueda de un prototipo. Después de años de trabajos, sus creadores han experimentado ahora con estos insectos para orientarlos en la búsqueda de una gotera, en plan experimental.
Además, en los últimos tres años los investigadores han conseguido reducir el peso de las mochilas hasta aproximadamente los tres gramos, que es el doble del peso aproximado de cada cucaracha. Éstas pueden llevar sobre su espalda hasta veinte veces su peso, señalan los investigadores.
Los científicos trabajan ahora en afinar las señales que llegan a los electrodos instalados en la cabeza de la cucaracha, de manera que el control de los insectos sea más exacto. Las cucarachas con este implante tecnológico pueden sobrevivir durante varios meses, pero con el tiempo se van insensibilizando a las señales del electrodo.
Por eso, los científicos se enfrentan al problema de que las cucarachas robóticas no puedan realizar misiones de media o larga duración. Según ellos, más que comprender el funcionamiento de la tecnología, necesitan entender más a fondo lo que sucede en el sistema nervioso de estos insectos. Al fin y al cabo, dicen, una cucaracha robot no deja de ser una cucaracha.
La idea de introducir esta mochila en cucarachas fue anunciada en 2002, momento en que las investigaciones se iniciaron a la búsqueda de un prototipo. Después de años de trabajos, sus creadores han experimentado ahora con estos insectos para orientarlos en la búsqueda de una gotera, en plan experimental.
Además, en los últimos tres años los investigadores han conseguido reducir el peso de las mochilas hasta aproximadamente los tres gramos, que es el doble del peso aproximado de cada cucaracha. Éstas pueden llevar sobre su espalda hasta veinte veces su peso, señalan los investigadores.
Los científicos trabajan ahora en afinar las señales que llegan a los electrodos instalados en la cabeza de la cucaracha, de manera que el control de los insectos sea más exacto. Las cucarachas con este implante tecnológico pueden sobrevivir durante varios meses, pero con el tiempo se van insensibilizando a las señales del electrodo.
Por eso, los científicos se enfrentan al problema de que las cucarachas robóticas no puedan realizar misiones de media o larga duración. Según ellos, más que comprender el funcionamiento de la tecnología, necesitan entender más a fondo lo que sucede en el sistema nervioso de estos insectos. Al fin y al cabo, dicen, una cucaracha robot no deja de ser una cucaracha.